El apocalipsis de Pedro


El libro puede haber sido escrito en el primer tercio del siglo II dC y tradicionalmente se atribuye al apóstol Pedro. Se ganó un gran respeto entre los antiguos escritores eclesiásticos. Clemente de Alejandría (Eusebio, Hist. eccl. 6:14,1) considera esto canónico. Su nombre aparece en la lista más antigua del Fragmento Muratrian, el canon del Nuevo Testamento, con la adición: "Algunas personas no quieren que se lea en la iglesia". Eusebio declara (Hist. 3,3,2): “No hay noticias sobre el llamado Apocalipsis (Pedro) en la tradición católica. Porque ninguno de los escritores ortodoxos antiguos o modernos hace uso de su testimonio. Jerónimo (De vir. ill. 1) también se rechaza como no canónico. Sin embargo, en el siglo V, el historiador de la iglesia Sozomeno (7.19) señala que todavía se usaba en la liturgia del Viernes Santo en algunas iglesias palestinas.


APOCALIPSIS DE PEDRO

(Fragmento griego de Akhmin)


1… muchos serán falsos profetas y enseñarán caminos diversos y doctrinas de perdición

2. y llegarán a ser hijos de la perdición.

3. Entonces Dios vendrá a mis fieles, los que tienen hambre y sed y están afligidos y purifican sus almas en esta vida, y juzgará a los hijos de la iniquidad.

4. Además dijo el Señor: Vayamos a la montaña y oremos.

5.Y yendo con Él, nosotros los doce apóstoles, le suplicamos que nos mostrara a uno de nuestros hermanos justos, que había muerto, para que pudiéramos ver qué clase de forma tenía; y tomando valor, también pudiéramos animar a los hombres que nos oyesen.

6. Y cuando oramos, repentinamente aparecieron dos hombres parados hacia el Este ante el Señor, a quienes no podíamos ver.

7. Emitían un rayo como del sol de sus semblantes, y sus vestiduras brillaban de un modo jamás visto por ojos humanos. No hay boca capaz de expresar, ni corazón que pueda concebir, la gloria con que estaban dotados, ni la belleza de su aspecto.

8.Y cuando los miramos, quedamos maravillados, porque sus cuerpos eran más blancos que la nieve y más rojos que las rosas;

9. y el rojo se unía al blanco con tal belleza que no puedo expresarla con palabras.

10. Sus cabellos eran rizados y brillantes y caían elegantemente por sus rostros y por sus hombros como una guirnalda tejida con plantas aromáticas y flores de colores variados, o como un arco iris en el cielo. Tal era su apariencia.

11. Y viendo su belleza, quedamos maravillados de ellos, por su repentina aparición.

12.Y me acerqué al Señor y le dije: ¿Quiénes son éstos?

13.Me respondió: Éstos son los hermanos de ustedes, los justos, cuyo aspecto deseaban ver.

14.Y le dije: ¿Y dónde están todos los justos, y de qué clase es el mundo (eón) en el que están y tienen esta gloria?

15. Y el Señor me mostró una región muy grande fuera de este mundo, con luz extremadamente brillante, donde los rayos del sol iluminaban el ambiente; y la tierra era feraz, con brotes que nunca se marchitaban; y llena de especias y plantas siempre florecientes e incorruptibles, produciendo frutos benditos.

16.Y había tanto perfume que el aroma llegaba incluso hasta nosotros.

17. Y los habitantes de ese lugar vestían como ángeles resplandecientes, y sus vestiduras eran acordes a su tierra.

18.Y había ángeles revoloteando alrededor de ellos.

19.Y la gloria de los lugareños era la misma, y con una sola voz alababan al Señor, regocijándose en ese lugar.

20. El Señor nos dijo: Éste es el lugar de los líderes (sacerdotes principales) de ustedes, los hombres justos.

21. Vi también otro lugar frente a éste, terriblemente triste, y era un lugar de castigo, y los que eran castigados y los ángeles que los castigaban vestían de negro, en consonancia con el ambiente del lugar.

22.Y algunos de los que estaban allí estaban colgados por la lengua: éstos eran los que habían blasfemado del camino de la justicia; debajo de ellos había un fuego llameante y los atormentaba.

24.Y había un gran lago, lleno de cieno ardiente, donde se encontraban algunos hombres que se habían apartado de la justicia; y los ángeles encargados de atormentarles estaban encima de ellos.

25. También había otros, mujeres, que colgaban de sus cabellos por encima de este cieno incandescente; éstas eran las que se habían adornado para el adulterio. Y los hombres que se habían unido a ellas en la impureza del adulterio pendían de los pies y tenían sus cabezas suspendidas encima del fango, y decían: No creíamos que tendríamos que venir a parar a este lugar.

26. Y vi a los asesinos y a sus cómplices echados en un lugar estrecho, lleno de ponzoñosos reptiles, y eran mordidos por estas bestias, y se revolvían en aquel tormento. Y encima de ellos había gusanos que semejaban nubes negras. Y las almas almas de los que habían sido asesinados estaban allí y miraban al tormento de aquellos asesinos y decían: ¡Oh Dios!, rectos son tus juicios.

27. Muy cerca de allí vi otro lugar angosto, donde iban a parar el desagüe y la hediondez de los que allí sufrían tormento, y se formaba allí como un lago. Y allí había mujeres sentadas, sumergidas en aquel albañal hasta la garganta; y frente a ellas, sentados y llorando, muchos niños que habían nacido antes de tiempo; y de ellos salían unos rayos como de fuego que herían los ojos de las mujeres; éstas eran las que habían concebido fuera del matrimonio y se habían procurado aborto.

28. Y otros hombres y mujeres eran quemados hasta su mitad, y arrojados a un lugar oscuro y golpeados por espíritus malvados; y sus entrañas eran devoradas por gusanos que nunca acababan. Y éstos eran los que habían perseguido a los justos, y los habían entregado [a la muerte].

29. Y cerca de aquellos, había nuevamente hombres y mujeres que se mordían sus propios labios en tormentos, y eran heridos por un hierro candente en sus ojos. Y éstos eran los que habían blasfemado y difamado el camino de la justicia.

30. Y enfrente a éstos, otros hombres y mujeres se mordían sus lenguas, y tenían fuego ardiente en sus bocas. Y éstos eran los que habían sido testigos falsos.

31. Y en otro lugar había guijarros más puntiagudos que espadas o que pinchos, candentes; y unos hombres y mujeres andrajosos, con harapos inmundos, rodaban sobre ellos en tormento. Y éstos eran los que habían sido ricos y confiaban en sus riquezas, y no se compadecían de los orfanatos y las viudas, y desdeñaban los mandamientos de Dios.

32. Y en otro gran lago, lleno de materia hedionda (pus) y sangre y cieno ardiente, se encontraban unos hombres y mujeres sobre sus rodillas. Y éstos eran los que habían sido usureros, y demandaban interés sobre interés.

33. Y otros hombres y mujeres eran arrojados desde un gran abismo, y cuando llegaban al fondo, eran conducidos nuevamente hasta la cima por aquellos que estaban sobre ellos, y volvían a ser arrojados, y su tormento no tenía fin. Y éstos eran los que habían profanado sus cuerpos comportándose como mujeres, y las mujeres que estaban con ellos eran las que se habían acostado entre ellas, como si fueran hombres con mujeres.

34. Y junto al abismo estaba un lugar lleno de fuego, y allí se encontraban los hombres que habían tallado con sus propias manos imágenes para sí mismos suplantando a Dios. Y junto a éstos estaban otros hombres y mujeres con varas de fuego, y se golpeaban unos a otros, y no cesaban de atormentarse de esta manera.

35. Y, cerca de ellos, otros hombres y mujeres se quemaban, revolvían, y asaban. Y éstos eran los que habían abandonado el camino de Dios.




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